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¿Qué podría aportar el libro «Las razones del cazador» y esta web a la caza en este mundo de las redes sociales y la cultura de la inmediatez con el que apenas me identifico?
La caza en internet ha sigo engullida por la demanda de los cazadores, y éstos, como otros muchos sectores, se ha rendido a la sociedad irreflexiva del estrés. Esto es, el visionado de horas de lances y aventuras cinegéticas en el formato inmersivo que nos ofrece YouTube o la televisión. Estos formatos nos lo ofrecen todo, sonido, imagen y palabras, minimizando el periodo reflexivo que pueda brotar entre secuencias. Se trata de activar el modo pasivo de la persona y que éste consuma sin parar horas de
visionado, así lo dejó ya postulado Aldous Huxley en “Un mundo feliz”. Por supuesto, dentro de toda la producción audiovisual cinegética hay una disparidad enorme entre la calidad de lo que se observa, y en función del género vamos desde el cazador que hace de la caza en las redes lícitamente su “modus vivendi”, el puro canal de montería lance tras lance (los más visitados), pasando por aventuras cinegéticas que van más allá de la caza y se centran también en la naturaleza hasta un debate donde se intenta explicar la necesidad de la caza para el ecosistema. Por contraposición, lo escrito exige un esfuerzo mental, variable según los géneros y la complejidad. La lectura ofrece la oportunidad de recrear, digerir, meditar y le otorga al lector la posesión de su tiempo, que puede ser más rápido o lento según sus inquietudes y preparación. El problema está en la dificultad que tiene la propia actividad de leer, mucho más compleja que pulsar el play. Esto significa que en la sociedad de la comodidad y la inmediatez en la que vivimos se deja herida de muerte a la transmisora de la cultura y la filosofía occidental: la escritura. Esto trae aparejado un problema, la dificultad de hacer ver a la sociedad no cazadora la necesidad de la caza. Si aquello a lo primero que tiene acceso la persona desconocedora
de la caza es al visionado de la sucesión de muertes de animales, hecho más controvertido en la sociedad actual, el descrédito de la actividad se maximiza. Para una persona ajena al mundo de la caza y naturalista, si de verdad quiere hacer el intento de comprender la actividad, sin transitar por imposturas ideológicas, es el camino reflexivo de la lectura el mejor sendero. Porque como ya dejaron entrever Huxley o Wells reducir el mensaje al formato audiovisual vaciado de contenido lleva al choque ideológico-moral de los espectadores, que huérfanos de reflexión y de saber, solo esgrimen consignas fratricidas, la semilla de la desunión ha germinado. Desde un punto de vista mercantilista y a tenor del afán lector de los cazadores, este espacio lo tendrá complicado para subsistir, pero si al menos, durante su vigencia consigue hacer ver a un cazador la necesidad de la lectura o a un no cazador la necesidad de la caza, su misión no habrá sido en balde.